LaNación – Hugo Juri: “Las universidades son conservadoras hacia adentro”

“La Argentina hoy tiene menos de un libro por casa”, insiste, e indica que se trata de un promedio muy por debajo del que se registra en países como Chile o Uruguay. Desde su punto de vista, la clave para salir del atolladero actual está en lograr un nuevo consenso que ubique a la educación a la cabeza de la agenda pública. Además de afianzar la formación de los planteles pedagógicos: “La principal herramienta para mejorar el sistema educativo es el docente”, afirma.

La historia quiere que usted esté al frente de la Universidad de Córdoba durante el centenario de la Reforma Universitaria.

El modelo de universidad pública latinoamericana es un gran legado de la Reforma, que tuvo su impacto en Europa. En muchos países se interpreta de diferente manera, pero lo importante es el espíritu, aquella idea de que había que generar una universidad más abierta a la sociedad. Algo de absoluta necesidad hoy, cuando la educación superior es lo que hace 30 años en la Argentina era la educación secundaria. Hace tres décadas era necesario universalizar la educación secundaria: hasta ese momento había sido muy elitista, pero los progresos científicos y tecnológicos la convirtieron en una necesidad para toda la población. La tendencia hoy es la universalización de la educación superior, algo que, conceptualmente, planteaba la universidad reformista. La eclosión se produjo en Córdoba, tal vez por dos razones. Primero, porque había un grupo de intelectuales que venía trabajando en el tema, entre los que se contaba Deodoro Roca. Segundo, porque la Universidad de Córdoba era probablemente la más conservadora del país. Por eso se plantearon una serie de temas; entre otras, traer profesores de Europa. Ya Sarmiento decía que nuestra universidad tenía un pensamiento demasiado cristalizado y sin avances científicos. Los reformistas plantearon la periodicidad de la cátedra y también la cátedra paralela, para que el estudiante pudiera elegir al profesor. Se instaló la libertad de cátedra. Hoy eso es un tema que se da a nivel global. Por ejemplo, en Córdoba estamos dando un curso on line sobre ondas gravitacionales que está dictando Gabriela González, con menos alumnos de la Argentina que de México o de países del sudeste asiático.

Todo proceso de esta naturaleza también admite puntos oscuros o aspectos negativos. ¿La Reforma los tuvo?

Lo malo es el conservadurismo de las universidades, que aún persiste en todo el mundo. Las universidades son muy progresistas para afuera pero muy conservadoras para adentro. Entonces, mientras más antigua es una universidad, más difícil resulta modificar las estructuras tradicionales. Lo positivo es la unión latinoamericana en temas de educación. También en aquel momento se dijo cómo debía ser el gobierno de la universidad, con la participación de diversos sectores. Obviamente, hacía un año que había asumido Hipólito Yrigoyen. Eso fue muy bueno y ahora, en el siglo XXI, ya se aplica la elección directa de la conducción, con participación de alumnos y profesores.

¿Cuándo comenzó el gran deterioro de la educación argentina?

Es difícil ponerle una fecha al quiebre, pero si habría que buscar un día, sería el de la Noche de los Bastones Largos, luego de la caída de Arturo Illia. En ese momento, la educación argentina en general era muy buena. Se impulsaba la universalización, la educación era el Norte de los gobiernos, la comunión entre la escuela y la familia era permanente. Quizás haya sido el contrato social más importante del país.

En contraste, hoy la calidad educativa aparece debilitada, según señalan la mayoría de las pruebas de evaluación del conocimiento de los estudiantes.

La Argentina tiene hoy menos de un libro por casa, contra dos o tres de promedio de Chile o Uruguay. La educación fue decayendo en forma lenta pero constante. Incluso se redujo la importancia que de la que gozaba en otros tiempos. Hay más de una generación involucrada en este proceso. Si la maestra me ponía una nota baja, mis padres iban al colegio a preguntar qué pasaba, pero no desconfiaban del docente. En la actualidad, por el contrario, hay una confrontación permanente, que se manifiesta en todos los niveles sociales. Algunos familiares le pegan al maestro, otros enjuician a la escuela. Se perdió ese contrato entre la familia y la escuela; probablemente existe cierta desmoralización en todo el sistema educativo y se deja hacer. Una encuesta dice que el 70 por ciento de los padres cree que la educación está mal, pero cuando le preguntan sobre la escuela de su hijo, el 70 por ciento dice que está bien. Una incongruencia.

¿Cuál es, en este marco, la responsabilidad de los gobiernos?

Obviamente, los gobiernos siempre tienen responsabilidad. Pero la particularidad de la educación es que siempre necesita consenso social. Y la educación no figura en el radar de los problemas sociales. A la cabeza de ese ránking están la inseguridad y el desempleo. La educación se ubica en el séptimo puesto. Seguramente si estuviera en los primeros lugares el Estado le prestaría más atención. La educación requiere cambios y mejorar la eficiencia, siempre. Y la principal herramienta para mejorarla es el docente. Entonces, la formación de esos docentes es central. Hay países, como por ejemplo Corea, que dijeron que sus maestros tienen que tener el mismo rango social y el mismo salario que los médicos, que son los que más ganan.

¿La educación en nuestro país es injusta?

Sí, sí. Es injusta y desigual, eso lo prueban los exámenes Pisa: Chile y nuestro país son los que tienen mayor desigualdad entre los mejores y los peores resultados. Hay aproximadamente dos años de conocimiento de diferencia. Pero ese no es el único problema argentino, porque ocurre que el sector con mejores resultados es muy bajo comparado con la mayoría de las naciones. Y no sólo con los europeos. Un estudio de Educar 2050 realizado en Buenos Aires, concluye que las escuelas de élite socieconómica tienen resultados peores en Matemática y en Ciencia que las escuelas de los sectores socioeconómicos más bajos de Vietnam, donde los padres de los alumnos son campesinos, analfabetos. O sea, el descenso de calidad ha traspasado todos los sectores sociales.

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